A mi hijo mayor:
Últimamente te miro y eres mayor. No ha sido de repente pero sí muy rápido. Ya no me acuerdo cuándo fue la última vez que me paré a contar las pecas de tu cara (llegamos hasta 88).
Desde que nació tu hermana casi no tengo tiempo para ti, sobretodo tiempo a solas tu y yo, como antes. Y es que ya nunca más seremos solamente tu y yo y cuando te veo mirarla, besarla y hacerla reír el corazón se me ensancha de orgullo y amor infinito. Puedo incluso sentir como se expande dentro de mi pecho y hasta noto como unas cosquillas que me recorren el cuerpo; en esos momentos sé lo que es felicidad. Pero tu fuiste el primero y eso no cambiará nunca.
Siempre imaginé que quería tenerte pronto, antes de cumplir veinticinco, pero cuando naciste (yo tenía 23) todo lo que había pensado que sería y serías se quedó corto. Tras el susto que nos dio tu diminuto corazón acelerado en la recta final del embarazo naciste totalmente perfecto. Y todo era nuevo, mágico e irreal casi. No quise saber ni preparar mucho y me encontré queriéndote, pero un poco "de lejos·; tardé algunas semanas en acostumbrarme a ti y a amarte por encima de todo. Cuando conecté por fin contigo (tardé poco pero reconozco que no fue instantáneo) supe que jamás nada me alejaría de quererte y cuidarte. Y han pasado siete años: llenos de aprendizaje, de batacazos, de cosas nuevas, de enfados y de cosas maravillosas que superan todo lo demás. Porque haberlos, pues los hay, esos días tontos, unas veces tu y otras veces yo.
Quiero que sepas que entre los lloros de tu hermana (y a veces los míos), el día a día, la casa, el trabajo, la compra, las facturas, el perro, limpiar, el colegio, los deberes, el fútbol, ... me gusta, me encanta, necesito oler aún tu pelo, que ya no huele a bebé pero sigue oliendo a ti.
Muchas veces me planteo venga, hoy sin prisa, y luego (como dice Fermín de LQSA) hay un "giro dramático de los acontecimientos" y una tontería se vuelve en grito o castigo.
Tus heridas en el fútbol y tus caídas en el parque me duelen más a mí que a ti.
Cada uno de mis hijos ha traído consigo una enseñanza y sin duda, tu, eres un maestro.
Te quiero mi amor, de una manera que nunca imaginé. Se me escapan las palabras; porque no las hay para explicarte todo lo que siento por ti.
Adoro dormir a tu lado. Abrazarte. Y entonces pienso cuándo dejarás de querer dormir tu conmigo. Cuándo te darás cuenta que no tengo respuestas para todo (seguramente aún no sé nada) y que tampoco no soy la mejor madre. Cuándo preferirás hacer otras cosas y con otras personas. Mientras tanto te pido que crezcas pero no tan rápido. Te deseo toda la felicidad del mundo. Sé buena persona. Sé feliz. Sé lo que quieras ser. Yo estaré aquí siempre.
Post by Merche.
Últimamente te miro y eres mayor. No ha sido de repente pero sí muy rápido. Ya no me acuerdo cuándo fue la última vez que me paré a contar las pecas de tu cara (llegamos hasta 88).
Desde que nació tu hermana casi no tengo tiempo para ti, sobretodo tiempo a solas tu y yo, como antes. Y es que ya nunca más seremos solamente tu y yo y cuando te veo mirarla, besarla y hacerla reír el corazón se me ensancha de orgullo y amor infinito. Puedo incluso sentir como se expande dentro de mi pecho y hasta noto como unas cosquillas que me recorren el cuerpo; en esos momentos sé lo que es felicidad. Pero tu fuiste el primero y eso no cambiará nunca.
Siempre imaginé que quería tenerte pronto, antes de cumplir veinticinco, pero cuando naciste (yo tenía 23) todo lo que había pensado que sería y serías se quedó corto. Tras el susto que nos dio tu diminuto corazón acelerado en la recta final del embarazo naciste totalmente perfecto. Y todo era nuevo, mágico e irreal casi. No quise saber ni preparar mucho y me encontré queriéndote, pero un poco "de lejos·; tardé algunas semanas en acostumbrarme a ti y a amarte por encima de todo. Cuando conecté por fin contigo (tardé poco pero reconozco que no fue instantáneo) supe que jamás nada me alejaría de quererte y cuidarte. Y han pasado siete años: llenos de aprendizaje, de batacazos, de cosas nuevas, de enfados y de cosas maravillosas que superan todo lo demás. Porque haberlos, pues los hay, esos días tontos, unas veces tu y otras veces yo.
Quiero que sepas que entre los lloros de tu hermana (y a veces los míos), el día a día, la casa, el trabajo, la compra, las facturas, el perro, limpiar, el colegio, los deberes, el fútbol, ... me gusta, me encanta, necesito oler aún tu pelo, que ya no huele a bebé pero sigue oliendo a ti.
Muchas veces me planteo venga, hoy sin prisa, y luego (como dice Fermín de LQSA) hay un "giro dramático de los acontecimientos" y una tontería se vuelve en grito o castigo.
Tus heridas en el fútbol y tus caídas en el parque me duelen más a mí que a ti.
Cada uno de mis hijos ha traído consigo una enseñanza y sin duda, tu, eres un maestro.
Te quiero mi amor, de una manera que nunca imaginé. Se me escapan las palabras; porque no las hay para explicarte todo lo que siento por ti.
Adoro dormir a tu lado. Abrazarte. Y entonces pienso cuándo dejarás de querer dormir tu conmigo. Cuándo te darás cuenta que no tengo respuestas para todo (seguramente aún no sé nada) y que tampoco no soy la mejor madre. Cuándo preferirás hacer otras cosas y con otras personas. Mientras tanto te pido que crezcas pero no tan rápido. Te deseo toda la felicidad del mundo. Sé buena persona. Sé feliz. Sé lo que quieras ser. Yo estaré aquí siempre.
Comentarios